Rosquitas y coquitos de mantequilla con café Paraná
La combinación perfecta para un desayuno con poco azúcar.
Aunque de vez en cuando nos guste desayunar un trozo de tarta o un bollo dulce, lo cierto es que en la variedad está el gusto y se aprecian más esos caprichos cuando los alternamos con frutas, un desayuno salado o cosas más bien neutras.
La receta de hoy puede ser etiquetada como «desayuno neutro», ya que apenas lleva azúcar pero lo compensa con un extra de jugosidad debido a la mantequilla, y además combina a las mil maravillas con café con leche o solo bien calentito. Ponedle un vaso de zumo de naranja recién exprimido y tendréis un desayuno de campeones.
Las rosquitas y coquitos son unos panificados típicos de Paraguay y allí los venden a granel tanto en panaderías como en supermercados, pero son muy fáciles de hacer y están mucho más buenos caseros.
Para la ocasión los acompañé de un delicioso café mezcla de cafés arábicos de Brasil y Nicaragua, el café Paraná, que aunque seguramente deba su nombre al estado brasileño de Paraná, me recordó inmediatamente al gran río Paraná, a cuyas orillas en Paraguay tuve la suerte de vivir durante unos meses el año pasado.
Ingredientes:
- 12 g de levadura fresca de panadero (o 4 g de levadura seca de panadería)
- 10 g de azúcar
- 150-200 ml de agua tibia
- 400 g de harina de fuerza (también sirve harina de trigo normal)
- 10 g de sal
- 12 g de anís en grano
- 125 g de mantequilla sin sal a temperatura ambiente
Con estas cantidades obtendremos algo más de 500 g de rosquitas y coquitos.
Preparación:
Separar en un cuenco pequeño un par de cucharadas de agua tibia, no demasiado caliente, y disolver en ella el azúcar y la levadura removiendo ligeramente. Dejar reposar hasta que empiece a burbujear.
Mientras, disponer en un cuenco grande la harina formando un volcán, añadir la sal en la parte exterior del montículo para evitar que toque la levadura directamente cuando la añadamos.
Colocándonos sobre el cuenco, frotar los granos de anís entre las manos, como si nos estuviésemos quitando el frío, dejándolos caer sobre la harina. Así hacemos salir los aceites esenciales y el aroma del anís.
Cuando la levadura esté burbujeando, añadir al centro del volcán y empezar a amasar añadiendo el resto del agua tibia poco a poco. Dependiendo de la temperatura ambiente y la calidad de la harina la cantidad de agua necesaria puede variar.
Cuando tengamos una masa uniforme aunque no demasiado húmeda, añadir la mantequilla troceada y seguir amasando hasta integrarla totalmente. Si queda una masa demasiado pegajosa se puede añadir un poco más de harina y amasar de nuevo para que la absorba.
Tapar con un paño limpio y dejar reposar en el cuenco de 20 a 25 minutos en un sitio cálido y sin corrientes de aire.
Estirar la masa sobre una superficie enharinada con la ayuda de un rodillo hasta tener una plancha de entre medio y un centímetro de espesor.
Para las rosquitas:
Cortar tiras de un dedo de ancho y dividirlas en palitos de 8 a 10 centímetros de largo.
Retorcer los palitos, unirlos los extremos apretando con los dedos.
Para los coquitos:
Cortar las tiras en cuadraditos de algo más de un dedo de lado.
También se pueden hacer bolitas del tamaño de una avellana directamente.
Distribuir sobre una bandeja de horno engrasada o cubierta con papel de hornear o una lámina de teflón, dejando una separación de uno o dos centímetros entre ellas.
Tapar con un paño limpio y dejar levar hasta que dupliquen su tamaño en un sitio cálido y sin corrientes de aire.
Precalentar el horno a 180 ºC.
Hornear a 180º durante unos 12 o 15 minutos hasta que empiecen a dorarse. El tiempo dependerá un poco del horno y del grosor que hayáis dado a las rosquitas y coquitos.
Con las cantidades que os doy salen aproximadamente dos bandejas, la segunda seguramente se haga antes, tenedlo en cuenta.
Dejar enfriar sobre una rejilla.
Están buenísimas recién hechas, son crujientes por fuera y tiernas por dentro, pero también se pueden conservar sin problemas en una caja metálica o un recipiente hermético un par de días, lo mismo que cualquier otro pan.
Son perfectas para acompañar un café con leche en el desayuno o como picoteo a cualquier hora del día, ya veréis cómo vuelan.
Esta receta es una colaboración de Carabiru, autora del blog Birulicioso.