Galletas de manzanilla y limón
Si quieres sorprender a tus invitados en la sobremesa, estas deliciosas galletas tipo «shortbread» con flores de manzanilla te ayudarán.
El sabor y aroma que la manzanilla y la ralladura de limón aportan a la masa de las galletas es tan delicioso como sorprendente, y lo que es mejor, mejora con el paso de los días. Además, como no tienen ingredientes raros y son rápidas y fáciles de hacer, os pueden sacar de algún apuro.
La gente que las ha probado coincide conmigo en que están buenísimas y todos se sorprenden cuando les desvelo el ingrediente secreto.
Hay infusiones que tenemos injustamente olvidadas o relegadas a momentos de malestar, como es el caso de la manzanilla. Confieso que en general sólo me acuerdo de que la tengo en la despensa cuando mi estómago decide quejarse después de algún exceso, pero después de probar estas galletas, eso se ha acabado. También he de decir que la calidad de la manzanilla en bolsitas deja bastante que desear y es cuando pruebas una infusión hecha con flores enteras cuando te das cuenta de que es otro mundo, yo al menos me he reconciliado con esas delicadas flores.
Por cierto, si os gusta mi infusor, podéis encontrarlo en la tienda. Hay varios tamaños dependiendo de para qué lo vayáis a usar y además tiene tapa, muy cómoda tanto mientras está infusionando como para apoyar el cestito luego sin derramar agua. Estoy encantada con él, su malla fina es perfecta para infusiones de hoja pequeña como el rooibos, y al ser tan amplio las hojas grandes del té blanco se pueden abrir sin problema.
Ingredientes:
- 150 g de mantequilla o margarina a temperatura ambiente
- 2 cucharadas de flores secas de manzanilla
- ralladura de la piel de un limón
- 75 g de azúcar glas
- 225 g de harina de trigo
- 1 cucharada de maicena
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Con estas cantidades, dependiendo del cortador, salen entre 2 y 3 docenas de galletas.
Preparación:
Poner la mantequilla, o margarina si sois veganos o intolerantes a la lactosa, en un cuenco mediano.
Desmenuzar ligeramente las flores de manzanilla y espolvorearlas sobre la mantequilla.
Añadir la ralladura de limón y el azúcar glas.
Batir ligeramente con un tenedor hasta tener una mezcla cremosa.
Mezclar la harina con la maicena y tamizar en tandas sobre la crema, integrando bien antes de añadir más.
Una vez la masa haya absorbido toda la harina, formar una bola, envolverla en film transparente y refrigerar durante al menos media hora.
Pasado este tiempo, sacar del refrigerador y estirar con un rodillo hasta tener una plancha de unos 5 mm de espesor.
Precalentar el horno a 160 ºC.
Cortar con cortapastas, y colocar sobre una bandeja cubierta con papel de hornear dejando un dedo de separación entre galletas.
Con los restos, volver a formar una bola y repetir el proceso hasta que no quede masa.
Espolvorear un poco de azúcar glas sobre las galletas y hornear durante 12-14 minutos, hasta que empiecen a dorarse por los bordes.
Es mejor que queden blanquitas porque si se doran demasiado se secan y endurecen.
Dejar enfriar sobre una rejilla.
Estas galletas se conservan perfectamente en un recipiente hermético durante unos cuantos días, y además podréis comprobar que ganan muchísimo en sabor con el reposo.
Os recomiendo acompañarlas de algún té o infusión de sabor no demasiado fuerte para que no le robe protagonismo al sabor de las galletas.
¡Espero que las disfrutéis!
Esta receta es una colaboración de Carabiru, autora del blog Birulicioso.